sábado, 9 de abril de 2011

Abarrotadas calles de Nueva York en pleno Agosto, con el sol sofocante característico del verano. Las familias adineradas del Upper East Side están en los Hamptons, disfrutando del verano, en sus mansiones, mientras que los más infortunados se han de conformar con un picnic en Central Park.
Yo estaba allí, tumbada en ese cesped bebiendo un granizado y sintiendo la suave brisa que acariciaba mi pelo. Podía oir a los niños jugar, a las madres detrás con ese aire de preocupación y de cariño que solo una madre posee, a parejas manifestando su amor con abrazos y besos mientras se dicen lo mucho que se quieren e incluso a un anciano solitario, sentado en un banco, dando de comer a las palomas que por allí pasaban.
Me centré en los niños que jugaban y sentí nostalgía. Qué facil que era todo cuando tu única preocupación era jugar y que tu madre te bajara a ver a tus amigos. Hacerte íntimo amigo en tan solo cinco minutos con la simple frase de "¿Cómo te llamas?"
De repente uno de los niños, el más pequeño de todos, le preguntó al otro:
- ¿Oye, tu crees en la magia?.-Por supuesto, contestó el otro convencido de su respuesta. Y siguieron jugando tan felices.

La sonrisa de ambos en aquel momento, será algo que no se me olvidará jamás. Quién sabe... igual el destino les vuelve a unir.

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